31 octubre 2006

STELLITA

Por Omar Dianese
Dicen que la noche te alzò con ternura. En plena primavera. Como llevando a su niña a un juego eterno. A salpicarse de luces en un valle florecido de inocencia y alegrìa.

Cuentan que te abrigò con un manto plateado de lunas colocando en tu cuello un fino collar de estrellas. Esas que te guiñaban el ojo tan lejanas cuando apoyabas tu cabeza en el cemento urbano buscando descanso. Después de cada jornada de trabajo , de buscar el billete que te permitiera cada mañana el desayuno junto a Eduardo.

Entonces te buscaron en el atrio de La Redonda tus vecinas de Belgrano. Las que hablaban con vos de tantas cosas. En los jardines del Borda inquieta la locura gritò tu nombre sin respuesta. Frente a las pantallas de miles de televisores se apagaron las risas que encendìas desde un living de màgica frescura. Con tu mirada pìcara . Con tus ocurrencias ùnicas. Con verdades inobjetables.

Y comenzamos a extrañarte. A penar tu ausencia. Porque no podemos otra cosa sumergidos en las turbias aguas de este océano material. Es que no somos capaces de verte sonreìr. Liberada para siempre. Vestida de anfitriona en un paisaje abismalmente inalcanzable para nuestras mentes. Entrevistando a la dicha. Desmemoriada para siempre del sufrimiento.

Por eso te pensamos. Pintamos tu rostro con el gesto que sembraste en cada corazòn. Dibujando tantos retratos como recuerdos. Oyendo tantas palabras tuyas como la memoria nos concede albergar. Huèrfanos de tus abrazos pero enormemente enriquecidos por tu amor. Adiòs.

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